miércoles, 25 de marzo de 2015

La palabra escrita y la ortografía: en vía de extinción.

Comunicarse es una necesidad y hacerlo bien garantiza que el mensaje a comunicar sea entendido rápidamente y de manera exacta. Las formas de comunicación entre humanos sigue siendo tema de investigación y a grandes rasgos solo hay dos, la verbal y no verbal que se subdividen en oral, escrita, quinésica, prosémica, paralingüística y simbólica.
En la mayoría de formas de comunicación el emisor y el receptor están en alguna forma de contacto, ya sea con el tono de la voz, los gestos y demás, que dan al mensaje la precisión necesaria para ser entendido correctamente.

Por otra parte en la comunicación escrita o simbólica el que emite y el que recibe no están cercanos; lo único es transito es la idea – de ahí que los de la publicidad cobren tanto- de verdad resulta difícil dar un mensaje o idea solo con símbolos, y aunque se puede hacer la palabra escrita (Uso de símbolos simples asociados a sonidos) es más exacta y estática pero tiene un problema fundamental: requiere de un código, un código para que el receptor entienda lo que el emisor le codifica con palabras, y ese código se llama ORTOGRAFIA, que no es más que una convención hecha con más símbolos que representan pausas, finales parciales, separación de ideas, resaltadores entre otros que logran  que el receptor entienda el mensaje tal cual lo emiten.

Es que se hace tan importante la ortografía y lo ha sido desde que empezamos a comunicarnos de forma escrita que en la época medieval se le atribuían los abusos de la ortografía a un demonio llamado Titivillus  encargado de hacer que los escribas cometieran errores de ortografía al transcribir la palabra.

En la actualidad, donde la burocracia en las instituciones ha  impuesto que el ciudadano y las mismas se expresen de forma escrita entré si para dejar constancia de lo expresado machacando el viejo dicho: “Lo escrito, escrito está”, deja como requisito saber redactar textos con una calidad ortográfica superior para que no hayan mal entendidos del tipo: -No, espere ó -No espere, -No queremos saber ó -No, queremos saber, -¡No tenga clemencia! ó -¡No, tenga clemencia!. Y otras situaciones donde la ortografía y sus reglas nos salvarían o condenarían a cualquiera.


Concluyendo un poco, parece que la tecnología tiene culpa de que pocos hagan textos de forma escrita, ¿Para qué mandar un carta si con una llamada expresamos lo que queremos decir?... y es cierto, es más, con fotos se dicen muchas cosas, y no hay necesidad de decir -Estoy contento, solo bastará mandar una foto sonriendo y listo, la receptor entenderá el mensaje: situación que podría ser una muestra de cómo evolucionan nuestras formas de comunicación, donde la palabra escrita va perdiendo intensidad o también podría ser una advertencia por ir perdiendo los hábitos de escritura. Aún no lo sabemos pero lo que si tenemos claro es que solo en trabajos académicos y en las redes sociales usamos está forma de comunicación… y aunque en las redes sociales abunda la comunicación escrita parece que este terreno se lo tomo por asalto Titivillus.

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